Un nuevo espacio para meditar en Viña del Mar
El jueves pasado[1] fue una tarde especial
Por fin lográbamos reunirnos con otras personas a meditar
Habíamos conseguido un lugar, un espacio, una escuela
Era algo nuevo para nosotras y también para quienes habíamos invitado
Estaba la disposición para ofrecer lo que cada una trae consigo: la respiración, el sentido de orientación, las ganas, la incertidumbre, la necesidad. Sí, la necesidad de abrir el corazón y sentirnos, la necesidad de mostrar a los otros qué tan fructífero resulta nuestro actuar cuando meditamos.
La oportunidad de seguir meditando, de hacerlo un hábito, una enseñanza permanente, un irse perfeccionando y moldeando de acuerdo a nuestras propias directrices y evaluaciones.
Una oportunidad de ir de a poco despojándose de los miedos, reconociéndolos, observándolos y luego ver que son nuestras propias inseguridades.
Es tan cierto que cuando la quietud se posa en nuestra mente, reconocemos nítidamente quienes somos y cómo nos sentimos. Entonces, para los que ya hemos probado los beneficios de la meditación nos debemos a esta práctica y tenemos la tarea de esforzarnos para mostrarla y practicarla con otros/as hermanos/as.
Mis deseos están orientados a seguir trabajando para que este espacio que hemos creado recientemente, lo llenemos de energía, de sentires, de alegrías, de agradecimientos por conocer esta herramienta esencial para el buen vivir.
Francisca Montané - Carla Gargari
Viña del Mar, Septiembre 2010
Comentarios
Publicar un comentario