luz y obscuridad

Cuando estamos adentro del me gusta/no me gusta, quiero/no quiero, cuando damos por cierto lo que hemos pensado sin contrastarlo, cuando vemos solo un pedazo y lo damos por todo, cuando pretendemos imponer e imponernos el plan pensado, forzando todo a calzar, eso es la obscuridad. Esta obscuridad funcional busca todo el tiempo imponerse y al darle espacio nos volvemos torpes, desvitalizados, y ciegos, sin saber como es que ocurre la insatisfacción y la enfermedad en nuestra vida, ni como salir de así.

La luz, por el contrario, es cuando sacamos la cabeza del saco y vemos más, más de lo que estábamos viendo, y además vemos como mirábamos. Es cuando nos echamos para atrás y vemos en perspectiva, desde un meta nivel, desde una categoría lógica superior, y nos distinguimos de lo que estábamos pensando, de lo que estábamos mirando. Seguimos siendo nosotros mismos, pero estableciendo una relación diferente con aquello que en nosotros va pensándose. Entonces tenemos acceso a la realidad, y establecemos una relación diferente con ella, por el mero hecho de liberarnos de la camisa de fuerza funcional que implica confundirnos con la función de pensar, y definirnos con el contenido de lo pensado o de lo sentido.

Para pasar de la obscuridad a la luz no basta ni sirve, y además estorba, reemplazar unos pensamientos por otros, o preferir sentir solo algunos sentimientos y emociones. Mejor dejar entrar más vida en nosotros y ejercitar, en la vivencia de esa corriente vital, la capacidad de estar despiertos, presentes. Vamos a ver que la función de pensar, de leer la vida, nos acompaña todo el tiempo, cuchicheándonos al oído, dejemoslo así, mientras nosotros, que no somos lo que pensamos, ni lo que sentimos, seguimos atentos, ampliando la percepción, desplegando la conciencia, desarrollando la meta-competencia de estar despiertos en la vida.

Tenemos mucho por aprender, por mejorar, mucho que ofrecernos todavía, que perfeccionar, que pulir, sacarnos brillo, y eso es una alegría. No se visualiza un agotamiento de las capacidades, ni de las oportunidades, hay mucha fuerza disponible.

T R I A G R A M A - Noviembre 2011




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