ADVERSARIO

Siempre la creación surge cuando se integran los contrarios, cuando los opuestos se disponen a la complementación. Para que esto se cristalice, como señalan las enseñanzas, se requiere de la presencia de una tercera fuerza, que facilite la reconciliación. El espíritu santo, la conciencia, la santa reconciliación, entre otras formas de nominar a este tercer participante. En su ausencia, los contrarios tienden a reivindicarse, a afirmarse, a visualizarse como adversarios, a pesar de cualquier intención para que no sea así.

Esta comprensión que trasciende las diferencias, como sucede entre un padre y su hijo, cuando ese padre, o madre, exhibe la madurez suficiente como para no quedar enganchado en el plano donde la diferencia es efectiva, para más allá de la genuina diferencia, privilegia la presencia de ambas, salta a otro plano que le permite además de recibir a su hijo, recibirse a si mismo y abrir un espacio para crear desde la recepción de los diferentes, una construcción donde no se descalifica sino que se valora el aporte, se aprecia la perspectiva que surge desde ambas posiciones, permitiendo la apropiación madura de ese resultado, de esa creación.
Este gesto que obliga, especialmente al que ostenta poder, no siempre es posible, requiere de una madurez, de una capacidad para soportar, de una habilidad para elevarse, para desapegarse de la identificación con esa posición de adversarios que, por su naturaleza, opera intentando imponerse al otro.
Es difícil comprender el beneficio de una estrategia más integradora, en los hechos, la pasión de la competencia envuelve y ensombrece para aprovechar de manera inteligente las oportunidades. La gran competencia que busca la unión, la armonía, como los grandes productos a alcanzar, se ve desplazada por ese otro orden de competencia donde cuando para ganar, alguien pierde y al final, siempre se pierde.

Los buenos negocios son siempre buenos para todos y por eso son buenos.

Comentarios