La Naturaleza Esencial Humana y el Trabajo por Actualizarla

Las antiguas tradiciones espirituales y religiosas de la humanidad, las evidencias que la arqueología entrega respecto a las grandes civilizaciones, la tradición de los pueblos originarios de América, la física moderna, la neurociencia, entre otras fuentes de saber, establecen que existe una cualidad sutil en lo humano, algo trascendente a la materia y a la personalidad. Esta esencia, este YO, cuando funcionalmente ocupa un lugar panorámico y puede alcanzar una conciencia de si, actualiza facultades también sutiles y trascendentes, propiamente humanas, sin embargo, no siempre está en aquel lugar, cumpliendo esta función. El simple hecho de nacer, no le otorga al Ser esta posición, por el contrario, lo habitual es que el Yo habite en el espacio virtual del intelecto y se identifique con sus producciones, vale decir que construimos nuestra identidad y diseñamos nuestras oportunidades desde un funcionamiento limitado, que no podrá nunca ofrecer oportunidad para la actualización del potencial genuino de lo humano. El hombre no nace habilitado para, porque si, devenir consciente, pero puede llegar a serlo, y para ello debe trabajar, debe intencionar una acción en este plano, recuperar un lugar dentro de su funcionamiento, su lugar, para poder experimentarse plenamente satisfecho. Sin este trabajo el ser humano es y está, pero no lo sabe, vive en un mundo dentro de su cabeza; no obstante la infinidad del presente, se conforma con la ausencia de si, entregando el comando de su existencia a un muy limitado espectro de oportunidades, que hace imposible la experiencia de la libertad, de la gracia o de la felicidad.

Triagrama, 2011


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