lunes, 2 de mayo de 2011

El Baile como práctica de Meditación

Hoy meditamos con Millaray. Fue un momento de poner atención en mí y en lo que comparto con ella.

Invito a Millaray a moverse, a utilizar su cuerpo, a respirar escuchando la música.

Yo me emociono al ver, al sentir que estamos compartiendo, conectadas bailando. Es una cercanía diferente. Puedo observarme y observarla, observarnos en sintonía.

En momentos me doy cuenta que pongo toda la atención en mis pensamientos, me pillo, me observo en eso y cuando esto ocurre, respiro consciente. Es el instante donde alcanzo la observación de un ambiente más integrado.

La música se impone, y con ella se dispone una acción en común.

Vuelvo después de haber estado en otro momento de conexión con la mente y observo cómo mis brazos suben hasta juntarse con mis manos hasta la punta de mis dedos, alcanzo incluso a ver la piel de mis brazos, me muevo, siento mi cuerpo. Me miro con la Milla, nos damos vueltas, giros, nos tocamos, inventamos en silencio y con la mirada puesta en la otra. Millaray ocupa su espacio, es como si lograra identificar que está en un contexto de trabajo con ella y en conjunto, se dispone, se esfuerza, busca el contacto corporal y visual conmigo.

Tomo conciencia de lo lindo y poderoso que es el disfrutar de una danza con mi hija, una forma de meditar estimulante para ella, exigente para mí, donde sin haberlo propuesto antes de comenzar, logramos conectarnos en lo más profundo de lo nuestro.


Francisca, febrero 2011

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