Promoviendo encuentros, abriendo y ocupando espacios.
Con el desafío de de ser una muestra de un modo, encarnado,
de funcionamiento.
La energía que se mueve, es intensa, más energía circulando
por la apertura, no es fácil, no siempre alcanzo, alcanzamos, suficiente
pulcritud, aparece ruido, innecesario; pese a ello, ahí estamos, haciéndonos
cargo, aprendiendo. La determinación se nota, la ven desde fuera, invita… y
asusta.
El sábado 9 de Junio, nos congregamos 17 almas, en Águila
Sur. La convocatoria hablaba de sintonía, de que se trataba de un encuentro
entre quienes sintonizaran con la convicción de que existe un plano esencial de
la existencia, que de ser incluido, integrado, atendido, abre oportunidades de
otro orden de satisfacción y plenitud, distinto al material. Y si, los que
aceptaron el llamado venían dispuestos a plantearse desde allí. Desde el plano
trascendente.
La matriz suficientemente receptiva que logramos generar
entre todos, se veía coronada, por la habilidad del Dr. Flores, de hacer magia
con los planteamientos que asomaban con aromas a oposición o desesperanza, los
tomaba e integraba desde un paraguas que reordena y levanta, hacia un plano
donde la oposición desaparece y surge oportunidad, armonía, sin roce, brota
totalidad, algo se integra y se supera.
La hermandad, la cercanía casi sagrada con cada quien, hay
amor circulando, respeto, comunión, algo se nutre en cada cual.
Es posible ver también las diferencias, los distintos grados
o niveles de compromiso, de disponibilidad, de posibilidad desarrollada, de
libertad ganada. Va apareciendo la necesidad de ordenar las filas, reconocer
las posiciones.
Los guerreros ya asumidos y alineados somos solo algunos.
El brillo de guerrero se percibe en otros ojos, aunque aún
sin salir del todo a la luz.
La intención de re-unión ya está lanzada, vendrán
aproximándose los que toque.
Trabajar para el trabajo, sin consideraciones personales, en
un medio donde se alimenta el miedo y acomodo, es un desafío que requiere
cojones, de esa determinación profunda, encarnada, enraizada más allá del ego.
Hemos ido simplemente danzando, fluyendo con las
circunstancias que se van sucediendo. No lo buscamos, vamos navegando en una
meta-dirección y cada camino ofrece la oportunidad hacia lo trascendente, si de
pronto se cierra o termina, seguiremos en lo mismo, en ese plano esencial. Eso
nos hace libres, aunque esclavos de la aceptación del devenir. Responsables de
estar atentos a distinguir cuando si y cuando no existan condiciones que
garanticen una apertura cierta. No podemos, en este momento del movimiento,
errar o tranzar, bajando a una altura que condicione, a una vibración menos
esencial, el esfuerzo.
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